Midiendo el uso de drogas ilegales en México: Reflexiones sobre las Encuestas Nacionales de Adicciones y una encuesta independiente

El supuesto consumo de drogas y mercado interno mexicano han sido mencionados como aspectos importantes para el combate al narcotráfico y para la guerra contra las drogas en el gobierno de Calderón (i.e. Ramos, 2010). De acuerdo al Programa Nacional de Salud 2007-2012 (Secretaría de Salud, 2007), el consumo de drogas se asocia a fenómenos sociales de prevalencia creciente, como la violencia y la desintegración familiar. Entre los detenidos por diversas causas, 9 de cada 10 personas serían consumidores, por lo que habría una relación entre el consumo y la comisión de delitos (cabe mencionar que el Programa Nacional de Salud es ambiguo sobre si esta cifra incluye drogas ilegales y alcohol o sólo drogas ilegales) (Madrazo & Guerrero, 2012). En este sentido, sería importante conocer objetivamente la dimensión del consumo de drogas en México. El principal recurso del gobierno para evaluar y medir el consumo de drogas ilegales lo conforman las Encuestas Nacionales de Adicciones, publicadas desde 1988 (Tapia, 1990: 509) con datos urbanos en sus ediciones de 1988, 1993 y 1998 y a partir de 2002 incluyendo también datos rurales y perdiendo la periodicidad quinquenal (Secretaría de Salud, 2009b: 11). Asumimos que parte de la intención era publicar la ENA antes de que terminara el sexenio de Calderón, en 2012, de manera que pudieran anunciarse algunos de los beneficios esperados de sus políticas. Mientras que la encuesta es un indicador principal en la aplicación de las políticas de salud pública relacionados con las drogas, incluyendo el tratamiento y la prevención (Secretaría de Salud, 2011; Presidencia de la República, 2012), no está totalmente claro si las ENAs se utilizan para tomar decisiones en relación con las cuestiones de seguridad. Sin embargo, parece que hay una apropiación de las ENAs por el discurso oficial del gobierno en este sentido (Presidencia de la República, 2012). Es importante señalar que esta apropiación oficial del gobierno puede ocurrir independientemente de la voluntad de los que producen las encuestas. El objetivo de este artículo es realizar una comparación entre las Encuestas Nacionales de Adicciones de 2008 y 2011, focalizándose en el uso de drogas ilegales (lo cual incluye uso de drogas legales de manera ilegal) y excluyendo las drogas legales (alcohol y tabaco), pues éstas representan una problemática con su propia especificidad y tienen fuentes alternas de datos. Hemos elegido estas dos ediciones por ser relativas al sexenio de Calderón, y las más cercanas al periodo de mayor violencia asociada a la guerra contra las drogas en el país. Nuestro objetivo es, por un lado, conocer los datos oficiales relativos al consumo de drogas, y por otro pensar en la metodología y los presupuestos conceptuales de las ENAs, mostrando sus limitaciones. También contrastaremos las ENAs con la “Primera Encuesta de Usuarios de Drogas Ilegales en la Ciudad de México”, producida por el Colectivo por una Política Integral hacia las Drogas (CUPIHD, 2011). Seleccionamos esta encuesta, entre varias otras realizadas en México por instituciones públicas y privadas, debido a su reciente publicación y por tratarse de la más innovadora en relación a las demás, buscando superar algunas de las limitaciones de las ENAs y tener un aproximamiento real al universo del consumidor. Empezaremos nuestro análisis con una breve referencia a las principales encuestas sobre drogas ilegales realizadas en México.

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